Si bien me congelo, si bien aún estoy conmocionada, no puedo comparar mi tribulación con la recientemente leída. Me hizo explotar, lo admito. Cada palabra, desde el 23 de septiembre en adelante, sonaban muertas, sin la luz de antaño. La Tregua ha terminado, y con esto, también cierro mi propio ciclo. Laura se ha ido, y fue una muerte un poco menos material, un poco más sentimental. Laura quiso irse sin sospechar nada, Laura cree que hace bien, pero hace el daño, Laura cree que algún día podré superar el hielo de dos frases, más frías y mecánicas que este invierno, más duras y golpeantes que el acero, si Laura quería enviarme una lluvia de piedra, pues que lo ha conseguido.
Nuevamente, el silencio es el protagonista de mi vida, de mi historia.
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