4 tazas de café, y sin ningún preámbulo, me habló.
Cuando, en estas noches de insomnio me imagino tantas cosas, pienso otras muchas, supongo millones, y lleno de vagos pensamientos mi cabeza, asumo que el sueño no llegará a mí esta.
Ni esta noche, ni mañana, ni nunca.
Así es Morfeo, como los demás hombres: cuándo más lo necesitamos, desaparece, y cuando aparece, ya no sirve. Obviamente que, como hombre, tiene excepciones: a veces se duerme excelente, horas y horas, se despierta con una sonrisa en la cara sin desear nada más. Pero se pueden tener malas rachas: malas noches sobran en este pellejo de humano sobreviviente de varias historias de este tipo, ganas de contarlas no me faltan. Pero ya habrá tiempo para ello. Como siempre uno cree que habrá tiempo para todo, nunca hay tiempo para el sueño. Si de salir a fiestas se trata, el sueño llega a ser la última prioridad, desde a evitarlo con métodos inescrutables, a dormir en lugares inhóspitos. O Sencillamente incómodos, como el suelo. SI hay algo malo en la vida después de no dormir, es dormir en el suelo. Despertar con frío, una, dos, tres veces, darse cuenta de la precariedad del lecho, seguir durmiendo, despertar, tener más frío, sumado a los interminables dolores cuello, espalda, piernas, etc... sólo hay una frase para describirlo : COMO LA MISMÍSIMA MIERDA.
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