y por algún extraño motivo, tu voz queda impregnada al auricular
y en mi cabeza retumban tus palabras
y le doy vueltas y vueltas y vueltas al asunto
(definirte aún es complicado).
Todo es extraño,
me tienes. De una forma extraña te poseo,
y de una forma extraña me posees, por cierto.
Y las preguntas atacan mi conciente, atacan mi muralla. La fiel muralla, ese muro imaginario que a medio morir saltando permanece, emulando dignidad y tratando de no dejar que nadie entre .
Nadie más que tú. Las mismas preguntas se intensifican cuando te tengo cerca, y secretamente prefiero mirarte desde la neutralidad. Porque en mi torpeza adolescente soy capaz de derribar mi pared, mi fortaleza, de una sola patada.
No quiero dármelas de karateca todavía. Al menos hasta que no haga tanto frío afuera.
te quiero. del modo menos romántico posible (por ahora)
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