jueves

Crónicas de un país que no existe

1

No hay simbolismos
el ruido es vuelta sobre las cosas

una pared de bronce

bendecida de lamentos


las líneas marcan el espacio

con insistencia

se desdobla el plano


el horizonte es vertical

no es un plano más


en el avistamiento de las olas

el dolor multiplicado

habitante clandestina de la furia


como un monje me he sentado a ver pasar el mar

que está lejos


2


Siento irme en esta gota
en el constante sangrado de mi cuerpo

despedir la totalidad de mis mañanas

estar muriendo siempre un poco


somnolencia y negación

sacando fuerza de la manija

que se abre con malicia

    en la obsesión malsana

    en las mil voces extranjeras


perdida en un continente vacío

hay una señal


un viaje al pasaje abandonado


entre las gentes camuflarse

en sus olores

escondida debajo de una banca

abrazando el frío




3


Habíamos imaginado un invierno durmiendo


con insomnio botamos los puentes

nos vamos del centro caminando a tropezones


vi todo dentro de la carne y aún así pagué su precio

encomendándome a lo alto sin ninguna esperanza


escrito con rabia en la frente avergonzada

de ser tanto bestia tanto humano

de manos rotas


Un peladero de roca dura

el mineral poroso abriéndose ante mí

la planta de los pies llena de mugre


me han diseccionado hasta los nervios

con alfiler en el pecho

    bellos colores de cadáver
    un queloide de mí


siquiera estado larvario

la tumba glorificada

ángeles que te arrullan


4


Nada es simbolismo

todo es real


Nada de lo que aquí se señala 

ha de ser concebido

como vano testimonio


en mi sangre

en el humo que me conforma

el exceso se corta las alas

volando torpe hasta el techo

y choca


No creo en los castigos ni en el silencio

No creo que Mercurio se trague mi alma


sobrevivo en el espejo

ahí pervivo y reverbero

aunque mi carne esté partida

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