Voy caminando casi por accidente y esa avenida que he recorrido una cantidad insana de veces de pronto se alarga y se alarga y ya no tengo pies para seguir caminando. Los espacios entre pastelón y pastelón son inmensos y se extienden a cada paso que doy. La imposibilidad de llegar a algún lado me da más rabia que miedo y obstinada me empeño en terminar al menos una cuadra. La esquina se aleja mirándome chistosa y yo la persigo porque se va, no porque quiera llegar sino porque no puedo alcanzarla. Le grito a la esquina un par de puteadas y me pongo a correr hacia ella; ya no sé si tiene algún fin esto pero es mejor que quedarme en la cuneta mirando las micros pasar, mirando los taxis pasar y la gente que está lejos lejos. De pronto un niño se baja de su bici y me la presta para alcanzar la esquina que ya se ve a la mierda haciéndome burla la muy desgraciada esquina horrible. Entonces me subo a la bici y yo creo que en mi vida le puse tantas ganas a algo, ni siquiera follando con rabia, y pareciera que la calle entiende a dónde voy y se pone en bajada hasta que logro tomar la esquina del pelo y la tiro al suelo.
-Te pillé- le digo.
-Y ahora ¿Qué vas a hacer?- me mira asustada y tiritando
Me apoyo en ella y prendo un cigarro. Ya no tengo ganas.
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