que saltarán otra vez los nervios de su cara
ayer le temblaba la mejilla
como si tuviera un roedor
comiéndole las cuerdas
y no era tanto como el dolor
de espalda
de muelas
un malestar permanente en el pulmón
en secreto pareciera esperar un accidente
abrió la puerta y nada detuvo su cauce
como el agua que salió de su ojo
uno tras otro sucedieron
los atardeceres
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