lunes

N. (recuento IV)

Nunca entendí tus números ni tus letras o jeroglíficos
ni tus caídas interminables al vacío inventado ni tus cajas
ni tus manos de piedra ni que éstas pudieran tocarme
tampoco entendí tus nudos de corbata o tus pantalones de abuelo
menos tu necesidad de que todo fuera precisamente como no lo era
la perfección es un absurdo inalcanzable y eso no lo entendiste tú
nunca entendí que me quisieras tanto y tanto tiempo
tampoco entendí cómo nos quemamos vivos
no tenía por qué hacerlo pero no entendí
entendí que me querías como un coleccionista
y a nadie le gusta estar en naftalina.

Nunca entendí que no tenía que pararme a esperar entender sino seguir de largo
y te corté de la raíz.

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