"The ice age is coming, the sun's zooming in
Meltdown expected, the wheat is growing thin
Engines stop running, but I have no fear
'Cause London is drowning, and I live by the river"
London Calling, The Clash.
Era el dieciocho de Septiembre. La Maca estaba viendo un documental sobre algo. No le ponía mucha atención, era sobre cualquier cosa. El gato se le subió encima y se puso a hacer ruidos extraños para que lo acariciara, sin éxito. El mundo entero giraba a la misma velocidad que hace 4 días atrás cuando ella se había puesto ese vestido que le quedaba tan bien, pero ya no era lo mismo. Se sacó un grano en el espejo mientras sonaba un tema de The Smiths. Se peinó un jopo como Morrisey, estaba triste como Morrisey, pero no era Morrisey, por la chucha. Apagó la luz y se fue a su pieza.
Se despertó con el Mati. Estaba en la ventana gritándole que saliera, que ya van 4 días, que cómo tanto, que filo, que para la hueá. Salió a la reja. El Mati la invitó a la plaza con la excusa del precio de las bálticas y la calidad de los pitos de la Rosita.
-Oye, Maca ¿Hace cuánto terminaron?
-No sé, hace como una semana
-¿Y no salís desde eso?
-Pero si acuérdate que la vimos en ese carrete.
-Ah, verdad. Puta, disculpa, es que estaba medio piante.
El Mati le hacía cariño, y daba lo mismo, si se conocían de la media. Ahora estaban viejos "pero igual de piantes", como ellos mismos decían.
-Están bacanes los porros de la Rosita, hueón. Estoy en Neptuno.
-Filo con esa loca, hermana. Ella está la suya, tú estái en la tuya.
-Sí sé oh, si el problema no es que hayamos terminado. Es que... de un tiempo a esta parte, no le veo sentido a las hueás, Mati. La vida que tenemos es terrible vacía hueón.
-Ya, pero esa hueá la decís tú porque estai triste. La vida es pulenta. El problema es que nos atrapamos muy fácil. ¡Vos llevai 4 días encerrada hueona! ¿Porque la vida es vacía? Sale pal la'o.
-Me da paja toda esta hueá. Salimos del liceo con un título cagón, para entrar a trabajarle a un par de giles que nos pagan una mierda. ¿Y la vida es pulenta? Sale vos pal la'o. Yo quería entrar a la U ¿sabís? Estudiar alguna hueá, tener hijos con la Gabi, contigo, no sé. Tener una casa bonita, vecinos buena onda. Pero ahora pienso en esa hueá y la encuentro idiota. No deberíamos esperar nada de la vida.
-Maca...
-¿Qué?
-Yo igual quería entrar a la U... Pero ni con tres años de preu, prueba reculiá... ¿La Gabi sigue en la USACH?
-Sí. Pero si te dijo en el carrete, hueón... Puta que estabai postre, guachito. Oye, se acabó la chela.
Fueron caminando a la botillería acordándose del carrete. La Gabi andaba con un vestido azul, el vestido favorito de la Maca, y no le habló hasta ya entrada la noche. Apenas la vieron, la Maca agarró la mano del Mati y se quedó junto a él, con los cabros, vacilando un vino tinto y unos porros de Santa Julia que había traído otro amigo, el Vicho.
-El Vicho dijo que la Gabi se veía rica con ese vestido.
-Eso lo dijo porque es un machista culiao.
-Pero se saca los mansos porros, y es buena tela. No lo dijo en mala. Lo dijo porque la encuentra bonita, y porque no sabe que ustedes terminaron.
-El problema es que la Gabi es muy rica y no pesca a nadie porque le gustan las minas. Deberían entender esa hueá y dejarla tranquila.
Contaron las monedas; les faltaban cien pesos para otra báltica, y hacía años que la tía ya no fiaba. La Maca seguía pensando en la mano del Mati, en el vestido azul, en lo mucho que tomaron esa noche y en lo celosa que se sentía de todo el mundo cada vez que hablaban de la Gabi. Las fiestas no estaban hechas para gente así de bonita. Además bailaba con todo el mundo como un trompo. Bailaba cumbia como si la vida se le fuera en eso. El Mati no bailaba hasta que se curaba.
-Oye Maca, vamos a tu casa a buscar unas monedas. ¿Préstame luca?
-Hueón, cómprate una cajetilla de 10 y nos alcanza para dos bálticas. No seai cagao. Tengo pena y yo no fumo.
-Me cagaste... Ya tía, dos bálticas y una cajetilla de 10, rojo.
Caminaron de nuevo a la plaza. El Mati, a pesar de conocerla hace tantos años, no lograba entender por qué su amiga se sentía tan mal. Siempre estaba triste la Maca. La Gabi no ayudó nunca; él creía que ella disfrutaba ver sufrir a la gente. Que bueno que habían terminado, pensaba. No se lo iba a decir, pero casi que se alegró cuando le contaron. En el carrete, la Gabi demostró, según él, lo mala que era. Llegó al piño, agarró a la Maca y empezó a gritarle que no la saludó, que era indiferente, que recién habían terminado ante ayer. "Puro show".
-La Gabi es florerito, hueona. Le encanta que todos y todas estén pendientes de ella.
-Siempre te cayó mal, admítelo. No seai mula.
-No es que me cayera mal, sino que encontraba que era mala contigo. Como... innecesariamente cruel. Piensa en el carrete: llegó, ni te pescó, y después fue a darte jugo. Y encima, quería que se comieran.
-Yo podría tenerla en frente y no querría darle un beso, ni aunque estuviera como pico.
-En volá de cloro si po.
-No hueón, en serio. Ando cuática, a veces quiero puro dormir y no despertarme nunca. Es la pega culiá, ¿sabís? Me siento como un robot. Ni ganas de ver tele tengo. Llego a la casa, prendo el computador, reviso el facebook y pongo pura música que me da más pena.
-Deberíai dejar de escuchar a esos gringos culiaos llorones. Ellos nunca le han trabajado un día a nadie ¿Qué van a saber de pasarlo mal? Ser pobre es pasarlo mal.
-Hay una canción de Pulp...
-Si la cacho. La tengo.
El Mati puso Common People, y se rieron porque una vez buscaron la letra traducida, y se dieron cuenta que la Gabi era como la niña de la canción. Quería ser como ellos, pero no lo era. Aún así, la Maca se había enamorado de ella. Se conocieron en la Blondie. Al Mati le cargaban las discos, pero la Blondie le gustaba porque a veces ponían punk, o cosas parecidas. Y porque no tenia que bailar de ninguna manera, solo moverse con la masa de gente.
-Llevamos tres años metidos en la volá de la pega. Yo ya me acostumbré.
-Yo no. Aparte, la plata... con suerte podemos comprar báltica.
-Es que tenís que ver los dos lados de las cosas. Trabajamos caleta, pero sabemos cómo hacer nuestra pega. La hacemos bien. Deberíai sentirte orgullosa, habiendo hueones como el Larry, que están metidos en hueás rancias...
-Sí, si te cacho. Pero es que no es suficiente. La pega debería servirnos de algo más que pa' llegar chatos a la casa. No sé... ¿Cachaste los hueones del sindicato?
-No... ¿qué hueá?
-Pasaron por nuestra sección unos locos pa' armar un sindicato.
-No caché... Igual está buena, hueón, deberíamos apañar.
-Puta... ¿Y si nos echan?
Al papá de la Maca lo habían torturado en la dictadura. Había sido dirigente de algo, pero no sabían de qué. Su mamá creía que era mejor que no se hablara de eso. Que mientras menos conversaran del tema, mejor. Cuando la Maca les contó que era lesbiana le dejaron de hablar. La Gabi siempre le sacaba en cara que sus viejos la habían abandonado por ser como era.
-Oye Maca...
-Dígame.
-Metámonos al sindicato po, no le dís color.
-Me da miedo po, ¿y si nos echan?
-Dime cuáles locos son entonces. Cachemos qué quieren hacer al menos; si no te tinca, no nos metemos.
-A veces parecemos un matrimonio, Mati.
-¡Pero un matrimonio sin dios ni ley!
Se rieron. La Maca acompañó al Mati hasta su casa y tomaron once. La ventana, con reja y todo, era la ventana más bonita que hubiese visto en harto rato. El colchón del Mati los invitaba a echarse a fumar el último porro; disfrutar el domingo que llegaba a su fin. No había más Gabi en su cabeza, y el vestido bien podría haber sido rojo, verde, y no habría importado. Ya no era lo mismo. Pensaba en el lunes, en las piezas de maquinaria, en la hora de la almuerzo y en buscar a los locos del sindicato. Daba lo mismo también el idioma de las canciones que escuchaban. Nadie tenía que explicarte que quería decir realmente "London Calling". En especial si vives cerca del Zanjón de la Aguada.
1 comentario:
La zorra
Publicar un comentario