La bruma se extendió por bordes y paredes y pasillos infinitos
la gente huía con la desesperación de un beso virginal
a las montañas
se vomitaban encima las señoras tristes
y se masturbaban con ira las damiselas en peligro.
¿A quién cresta iban a importarle los errores
que angustiados por las drogas se tiraban de los pelos y de las ventanas
y escupían en la sopa del reino del idiota su deseo?
¿A quién cresta iban a importarles, entonces
más que a los caballos miserables que salen de tu boca?
¿Ésos
que aplastan los jardines del palacio y se cagan en balcones elegantes
que se comen las enclenques amapolas de los faunos
y se ríen de los pliegues de mi vestido?
La bruma se extendió por pieles y escondrijos
por ciudades completas, reventando de gentes que corren
cubrió relaciones incestuosas consumadas
construcciones bizantinas deliciosas
mientras tu ira equina transformaba en selvas tropicales
mis labios de niña sola.
¿Qué voy a hacer con el establo pegajoso de tus llantos
si la ciudad está cubierta de un grumo espeso
y no puedo ver más allá de mi nariz?
Todas las falsas epopeyas que te circundan
no son más que laberintos anunciando tu llegada
monstruosos carruajes arrastrados
por hipogrifos con sal en el pellejo
y llamaradas que buscan asustar esta comarca.
Poblaré así con engranajes las terrazas de mis miedos
escaparé a los cerros de tus burdas invasiones
y comeré la niebla de a pedazos
Volverán algún día los gorriones a cantar en las cortinas de tu orgullo
Me resginaré a pensar en cuántos vi caer antes de ti
cuántos como pobres sanguijuelas no pudieron
y hoy
que la bruma nos aisla entre árboles de gas
de tus cenizas haremos un festejo
que el amor de los rincones no se quita
y menos de las manos de la serpiente emplumada.
1 comentario:
solo quería romper una ventana.
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